El diseño de sistemas para enseñanza debe contemplar, como un objetivo, su aceptación social por parte de los usuarios involucrados que deben encontrarse cómodos y apreciar un valor añadido en la solución tecnológica que se les propone. Por ello, las funcionalidades de los sistemas y las características de las interfaces deben definirse por refinamientos sucesivos, alternados con evaluaciones, y basándose en una interacción continua con los usuarios. Por otro lado, esta práctica permite cuestionar y orientar el trabajo de investigación, teniendo en cuenta las necesidades de la comunidad a la que está dirigida, además de demostrar la utilidad y usabilidad de los resultados aportados. Por ello se ha incorporado al equipo investigador expertos del dominio medioambiental y del campo educativo para cubrir los aspectos vinculados a nuevas formas de enseñar y aprender, de forma que la innovación tecnológica suponga también innovación pedagógica en convergencia con las necesidades pedagógicas y sociales expresadas en los objetivos planteados, y que esta consistencia pueda evaluarse en cada ciclo de desarrollo del proyecto.